Proliferación de erizo negro de Juan Fernández amenaza equilibrio marino del archipiélago
- Por Francisca Mansilla
- diciembre 15, 2023
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Iniciativa es liderada por el biólogo marino Dr. Iván Hinojosa de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, parte del Consorcio Sur-Subantártico Ciencia 2030.
La primera vez en que Iván Hinojosa se puso el traje de buceo quedó impactado por la extrema claridad de las aguas y la gran diversidad y cantidad de peces con la que se encontró al sumergirse en el entorno del archipiélago de Juan Fernández. Como investigador posdoctoral en biología marina de la Universidad Católica del Norte, había sido invitado en el verano de 2017 para participar en un proyecto liderado por la National Geographic para hacer un registro de la biodiversidad del área. “Buceamos en distintos lugares y mientras hacíamos este catastro nos dimos cuenta de que los erizos negros aparecían por montones. No era normal que hubiese tantos, algo estaba pasando”, recuerda el investigador, quien hoy es académico de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), la cual forma parte del Consorcio Sur-Subantártico Ciencia 2030.
“Luego de esa revelación tuvimos una entrevista con los pescadores y descubrimos que aparte de sacar langostas grandes con trampas como su pesca habitual, estaban matando las estrellas de mar. Nos explicaban que las estrellas dejan su “olor” en las trampas y por eso las langostas no entran a las trampas, por lo tanto las estrellas son el enemigo de los pescadores”, cuenta. Pero el problema es que tanto las langostas de gran tamaño, y las estrellas de mar, son depredadores naturales del erizo y el erizo estaba aprovechando esta ventaja para multiplicarse desmedidamente.
“Les dijimos. Oye, no las sigan matando. Porque aquí van a empezar a aumentar las poblaciones de erizo”.
Pero poco más de un año después las poblaciones de erizos ya estaban desatadas y hacia el 2020 estaba lleno de ellos, así que no pasó mucho tiempo para que los mismos pescadores contactaran a los investigadores para preguntarles qué podían hacer con estos voraces depredadores que estaban arrasando con las algas, corales y otras especies pequeñas del fondo rocoso del Archipiélago.
El resultado fue un proyecto científico que comenzaron a presentar en distintas instancias. El Dr. Hinojosa reconoce que al principio no les fue bien, hasta que contactó a Gastón Muñoz Vera el vinculador en ciencias del Consorcio Ci2030. “Gastón hizo los contactos precisos con las empresas y pudimos llegar al principal exportador de erizos del país, Chile Seafoods, que se convirtió en nuestro socio estratégico”.
Al conseguir un socio comercial de esa envergadura, finalmente obtuvieron recursos a través de un FONDEF IdeA (Investigación y desarrollo en acción) cuya fase de ejecución principal comenzó en julio recién pasado. “El objetivo es controlar las poblaciones de erizo a través de una pesquería sustentable”, destaca.
El erizo negro de espinas largas (Centrostephanus sylviae) fue identificado por primera vez en 1975 y es endémico del Archipiélago de Juan Fernández lo que significa que no se encuentra en otras zonas del Pacífico. “Los más grandes que yo he visto son de entre 15 a 18 centímetros de diámetro. Es decir, un poco más grande que una pelota de tenis sin contar las espinas”, detalla el científico de la UCSC.
El detalle es que sus gónadas, que es la parte comestible, son tan grandes como las del erizo rojo continental, que es el más comercializado en Chile. “Y su sabor también es muy similar, incluso más dulce en alguna época del año”, destaca el Dr. Hinojosa.
Por eso el objetivo inmediato de la investigación es determinar cuándo sería la mejor época para su cosecha como también los volúmenes que podría soportar una pesca sustentable. “La idea no es exterminar el recurso, sino que se abra una pesquería y sea estable. Por los datos preliminares que manejamos debería partir hacia febrero y terminar en junio para darle un momento de veda para que se recupere”.
Actualmente están a la espera de un permiso de pesca de investigación amplio que les permita un trabajo intensivo. La idea es que los pescadores obtengan muestras cada mes, que serán analizadas en el continente.
Esta pesquería tendría el valor agregado de que se trata de recurso obtenido en un sitio de aguas prístinas y donde se realiza una de las pescas más sustentables de todo el planeta, la langosta de Juan Fernández.
Respecto del proceso de comercialización, esperan contar con una planta de procesamiento en la isla para poder congelarlos y luego mandarlos en bandeja al continente. “Lo que uno cosecha es como el cinco, el siete por ciento respecto del peso total de cada erizo, por lo que transportar uno entero sería un esfuerzo innecesario”, comenta el Dr. Hinojosa.
Hoy en Chile existe pesquería de erizo rojo tanto en el norte como en el sur del país, pero los mayores volúmenes provienen de la zona austral, entre las islas de Chiloé y Punta Arenas. El mercado principal es Japón.
La segunda fase de este proyecto, que debiera ser a partir el próximo junio, es justamente empezar analizar cuánto y dónde se está consumiendo el erizo, cuáles son los precios, y también comenzar a investigar sus propiedades gastronómicas.
El Dr. Hinojosa estudió biología marina en la Universidad Católica del Norte y luego cursó su doctorado en Tasmania, Australia. “Allá tienen el mismo problema, un erizo negro de espinas largas, muy parecido al de Juan Fernández al que le está yendo muy bien con el aumento de la temperatura por el cambio climático y está comiéndose todas las algas del sector. Allá abrieron una pesquería subvencionada y el estado de Tasmania ha puesto varios millones con ese fin. La idea es competir con ellos”, adelanta.
La Directora del Consorcio Sur-Subantártico Ci2030, Dra. Leyla Cárdenas, recalcó la importancia de desarrollar soluciones enfocados a sistemas de producción alimentaria, pues estos se enfrentan a desafíos sin precedentes a causa de la creciente demanda de alimentos por una población en auge, los efectos adversos del cambio climático, la sobreexplotación de los recursos naturales, la merma de la biodiversidad y la necesidad de garantías en
seguridad alimentaria. Esos desafíos motivan a Consorcio Ci2030 a destinar recursos, apoyo y colaboración entre académicos y profesionales para potenciar iniciativas que desarrollen innovaciones científicas enfocadas en la generación de sistemas de producción alimentaria, las cuales sean eficiente, aporten alimentos con valor agregado y que apliquen prácticas respetuosas para el suelo, aire, agua y salud de las personas.
“Celebramos el trabajo que realiza el Dr. Hinojosa y su equipo, pues demuestran que es posible el vínculo entre la academia, la sociedad y la industria para generar y transferir soluciones con una mirada holística, con valor agregado y que permite diversificar la matriz productiva desde las regiones”.
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